Cuando amamos a alguien, es normal que
tengamos ciertas expectativas en cuanto a lo que la otra persona nos
puede dar. Cuando éstas no se cumplen y vemos preferencia por algo o
alguien más, obviamente reaccionamos. Por ejemplo, yo reconozco que
espero que mi prometido me tenga como prioridad en su lista de
actividades de fin de semana. Por eso, si su familia, trabajo o amigos
lo absorben y tiene que salir con ellos, surge algo de celo por el
tiempo que doy por supuesto que es para mí.
Los celos también están relacionados a
apropiar a algo o a alguien (como nuestro novio) como pertenencia de
una. Como seres humanos, todos tenemos un sentido de pertenencia normal y
válido (el deseo de pertenecer a algo o a alguien) y esto se refleja de
manera clara en la manera que dirigimos las relaciones de noviazgo. En
este caso, entonces, los celos serían una reacción natural ante la
posible pérdida de aquello que consideramos nuestro.
Con esto en mente, preguntemos
¿Los celos son buenos o malos?
Los celos, al definirse como una emoción,
en sí mismos no tienen bondad o negatividad; el manejo de esta emoción
es lo que le da su perfil positivo o negativo, junto con saber
distinguir entre lo que percibimos y lo que realmente es. Como cualquier
otra emoción (la tristeza, alegría, enojo, etc.) los celos, en la
cantidad adecuada, pueden ser benéficos (¡claro, Dios nos los dio!).
Por ejemplo, en mi caso, cuando mi novio me muestra algo de celos por
alguna situación particular con algún compañero o amigo, me siento
halagada porque sé que le importa y me cuida; en cambio, si ignora una
situación en la que evidentemente alguien está intentando algo conmigo y
no hace nada, me siento mal al no percibir ese interés.
Los celos patológicos entran cuando la
persona se deja guiar por la percepción de la situación y descarga su
cúmulo de emociones por un temor constante a ser reemplazado, a perder
lo que considera «suyo» – esto anclado a cuestiones personales como
temor al rechazo, autoestima no sana, un historial negativo de
relaciones, entre otros.
Ahora, en cuanto los celos, aún Dios mismo
se muestra como un Dios celoso. Cuando se relata en la Biblia sobre la
relación con Él, Él se refiere a su pueblo, su
posesión más valiosa, su creación. Ahí podemos ver el
reflejo de ese deseo de pertenecer, de Dios hacia lo suyo y de lo suyo
hacia Dios mismo. Cuando cambiamos nuestras prioridades y no le damos la
atención que la relación requiere, sea cual sea la relación, obviamente
hay reacción de la otra parte.
Hasta aquí esto es maravilloso, pero el
problema es cuando atribuimos un sentido de pertenencia a algo que no es
nuestro. En el caso del noviazgo, particularmente, donde todavía no nos
hemos casado o no hay un compromiso formal, este sentido de pertenencia
y de posesión sin control puede ser devastador. Otro problema que
podemos encontrar es el que surge de basar nuestra seguridad en un ser
humano falible y cambiable, y en lo que la otra persona haga o deje de
hacer. Al no estar conciente de la posibilidad de variación en la otra
persona, ponemos nuestras expectativas y seguridad en algo que puede
fallar.
Es importante detectar cuando el novio o la
novia, en una relación de noviazgo, tiene un problema de manejo de los
celos. Algunas de las señales a tener en cuenta son las siguientes:
Necesita controlar todos los movimientos
del otro.No le da espacio para hacer actividades
individuales.Arma escenas de celos sin motivos reales.Cree conocerte más que tú misma
Hay mucho que decir sobre los celos, pero
éstas son algunas pautas generales para darnos idea de lo que se trata.
Si cuando se empieza un noviazgo ya se presentan estas señales, se
requiere que desde el principio se ponga un alto y se busque ayuda para
la persona que tiene problemas con lo celos – ya se trate de ti o de tu
novio.
En conclusión
Podemos ayudar a que no se propicien los
celos cuando esté en nuestras manos. Para evitar este tipo de
conflictos, hay que formar una base sólida, teniendo el orden correcto
en las prioridades de acuerdo a los estándares correctos. Podremos
relacionarnos con nuestro novio, o con las demás personas, de una manera
constructiva y con base más estable si tenemos expectativas realistas y
no ponemos todo el peso de nuestra confianza en algo que puede variar.
Ya sea que seas tú la que tengas dificultades en controlar los celos o
sea tu novio, verlo con otra perspectiva, con ojos realistas y los pies
bien puestos sobre la tierra, traerá bendición a la relación.
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