Es
una etapa que oscila entre los 9 y los 11 años. Las diferencias de
género estan muy marcadas, pues los niños sienten "aberración"
por la niñas y ellas los consideran "salvajes e incivilizados".
En cuanto a la sexualidad, hay cuestionamientos más profundos por
parte de los hijos de esta edad y es momento de hablar acerca de los
cambios que están por experimentar. Tienen una enorme energía y
capacidad de actividad, que resulta agotador para los adultos.
En
esta edad los niños ya tienen conciencia clara de lo que está mal,
aunque a veces creen que son faltas graves cosas que ni remotamente
lo son. Los padres y educadores deben continuar trabajando en la
formación de la conciencia y voluntad de los niños, en la
generosidad y preocupación por los demás.
Así
mismo suelen presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan
de la mayor obediencia y docilidad a la rebelión absoluta. Está
comenzando a autoafirmarse y formar su propio carácter. La
conciencia empieza a construir un sistema de valores más personal.
Es muy importante la compañía, la proximidad y el testimonio de los
adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras
no se corresponden con las experiencias, el niño estará confuso y
no sabrá cómo reaccionar, o simplemente creerá que todos son así
y, por lo tanto, es posible decir una cosa y hacer otra; hacer una
cosa un día y al siguiente distinto según me convenga o me "dé
la gana".
Los
padres tienen la difícil tarea de encontrar el justo equilibrio
entre libertad y autoridad, evitando los excesos de abandono, afecto,
sobreprotección y autoridad.
Como
anteriormente mencione, el tema de la sexualidad hay que platicarlo
abiertamente. Así como, la procreación, etc. El momento exacto y
más adecuado deben distinguirlo los padres, pues de ellos es la
responsabilidad, ya que son los que mejor pueden explicarlo a su
hijo. La escuela puede colaborar, pero respetando el papel principal
que la familia debe realizar. A esta edad las
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